La verdad es que nos decepcionó profundamente. Nos habían hablado muy bien del restaurante y nos defraudó. La cocina y elaboración de los platos, pues normal, ni buena ni mala, no había presentación alguna en los platos, sin estilo...como si de un plato de menú del día se tratara.
El servicio, pues en un primer momento nos pareció normal, aunque en ningún momento nos pareció cordial o afable en extremo, más bien el contrario. Pero esto no seria nada si no fuera por la guinda final...la que nos acabó de convencer del desastre de restaurante en el que nos encontrabamos. Pedimos un cortado y un café...y cual nuestra sorpresa cuando al beberlo...estaba salado!! Y no es broma, no se podia beber y daba arcadas con solo olerlo. Bien, llamamos al camarero para comentarselo y lo encontró lo mas normal del mundo...como si en cualquier bar lo habitual fuera que junto al café te ofrecieran sal o azucar...cada cual a su gusto! Y cual fue la explicación que nos dieron? Pues que esa mañana habían limpiado la cafetera...con sal!!!
Lo nunca oido...Pero por si fuera poco, la chica que había en el restaurante, al traernos la cuenta, aún se lo tomó a risa, a cachondeo, como si fuera normal...además, no tuvieron ningún detalle: ni ofrecer un caramelo, un vaso de agua (que ya nos la habíamos terminado), nada de nada...
Vamos, que aunque fuera el único restaurante que quedara abierto en Barcelona volveríamos a pisarlo!