Es un restaurante en el que hacemos nuestras celebraciones por la buena comida y servicio. Esta vez fue nuestro aniversario y muy bien como siempre.
Es un restaurante en el que hacemos nuestras celebraciones por la buena comida y servicio. Esta vez fue nuestro aniversario y muy bien como siempre.
El lugar es mágico muy bonito y acogedor, con unas vistas maravillosas, el aire que respiras es puro de sierra nevada. El trato es excelente, con los niños son muy pacientes y agradables. La comida es estupenda una de las mejores que yo haya probado, desde la ensalada, el bacalao, el solomillo los postres riquísimos, felicidades a la cocina. Hay dos zonas de juegos una pagada muy divertida y segura, y otra gratis con bastantes columpios. Volveré pronto... Os lo recomiendo a todos.
Restaurante muy bueno y recomendable. Esta en la parte alta de huetor-vega; es algo complicado de llegar, pero merece la pena ir. La comida es muy buena, elaborada y con raciones grandes, no de muestra como en otros sitios. Pasas un rato muy bueno con vistas sobre la cuenca del rio genil. Hay un aparcamiento grande y un centro de recreo infantil de pago. Repito, muy recomendable.
Para empezar, el sitio, aunque un poco apartado, está bien. Pero si te decides a ir alli, llama con mucha antelación porque la mesas junto a la cristalera (con buenas vistas panorámicas) SIEMPRE están reservadas.
La cocina está bien si lo que quieres es más de lo mismo, y a un precio desmesurado. Carnes de poca variedad, (cerdo, ternera, cordero...y siempre a la plancha). Platos ya muy vistos, de poca originalidad e ingenio gastronómico, pero de precio abultado. Está muy masificado; a mi me metieron a comer en el salón de fumadores..."porque no podían abrir el otro salón por falta de personal", en mesas muy juntas unas a otras,...no hay intimidad.
El servicio bien, pero no es normal que tarden media hora en traer los primeros y en solo 5 minutos traigan los segundos. Para comer rápido me voy a un chino. Pero lo peor de todo fue cuando pedí la cuenta: tocamos a casi 40 €/persona. En resumen: los hay peores, pero desde luego los hay mejores.
Desde su llegada siente uno la sensación de estar en su propia casa, transmite sosiego, paz y tranquilidad. Las vistas y encontrarse en plena naturaleza así como el aparcamiento excelente
Los platos inmejorables, bebidas y postres muy selectos y cuidados.
El trato, amabilidad y el estar atento en el servicio, único.
La espera en cuanto al tiempo de un plato al siguiente mínimo.
Los propietarios y personal demuestran una profesionalidad, tesón , voluntad y constancia que queda reflejada en su objetivos obtenidos.
Lo que te hacen volver y recordar.
Mi sincera enhorabuena a D. Francisco