Siendo muy tarde y con el comedor lleno... Tuvieron la amabilidad de ponernos mesa y mantel en el bar sin problemas. Su camarera hiper trabajadora y amable. De esas personas que saben trabajar a tope sin ponerse nerviosas. Nada que ver con el señor de la barra... De trato bastante más... Difícil (ni te mira... Y a veces no sabes ni si te escucha). Para beber un tinto cosechero de 5 euros con mal final pero algo afrutado. Correcto tirando a discreto... Su cocido montañés realmente muy bueno y su ensalada correcta tirando a buena (abundante de atún y verdura muy fresca). Solomillo tiernísimo... Pese a que lo pedimos hecho. Muy bueno. Y su cabrito excelente, tierno y tostado. Los postres buenos aunque (puestos a pedir) al arroz con leche le faltaba azúcar y a la tarta de queso le faltaba algo de sabor. Los cafés correctos. No tienen menú pero sus precios son muy ajustados (los primeros a 4 euros y los postres a poco más de 2 euros). Total, 51 euros dos personas. En resumen, un restaurante de montaña sin pretensiones, donde se puede comer bien y donde pudimos recuperarnos de una larga excursión por sus (muy excepcionales) montañas.