Restaurante: El Molino de Aranjuez

Estuvimos comiendo ayer en este restaurante, pedí un cuarto de cordero lechal y me sirvieron un hueso de cordero, sin carne, dos bocaditos. El camarero se puso a la defensiva diciendo que había pedido eso ( paletilla), que, aunque hubiera sido así sigue siendo un hueso de 38 euros. No volveré más, me sentí muy mal tratado

La critica? Supongo que si tienes suerte y pides de lo que tienen, no esta mal, el problema fue que éramos 6, decidimos compartir 4 primeros de los cuales, no había tres de lo que elegimos, ni huevos rotos, ni almejas a la marinera ni timbal de queso de cabra, mosqueo, por que no me parece normal que ni siquiera se nos avisase de tal carencia de género.. Para más inri, tampoco había cochinillo, y el camarero tiene la desfachatez de intentar achacalo a la hora.. Perdone señor, pero tengo reservado!!!, así que hagan uds. Su trabajo y prevean el consumo... No acabó ahí la historieta, por que adivinan que? El vino que pedimos tampoco había... Nos ofrecen de la casa otro vino gratis, pero me ofrecen un vino de una calidad muy inferior al que yo había pedido... Y rioja, cuando yo había pedido un ribera.... Vuelta a protestar, y al final nos trajeron un vino acorde con lo que pedí. Eso si, los boletus estaban muy buenos( aunque nada espectacular) y las carnes, simplemente correctas, ah se me olvidaba, de la carta de postres, sólo una de las tartas es casera( no recuerdo el nombre)

La dirección del restaurante ha cambiado recientemente y también el cocinero. Ahora hay un maestro asador que hace maravillas en el horno de leña, que te recibe con un magnifico olor cuando pasar por la puerta de la calle. La calidad excelente y los precios muy razonables. Lo recomiendo sin duda, tanto para ir a comer o cenar como para celebraciones (especialmente esto último)

El año pasado celebramos la comunión de nuestra hija y este año hemos vuelto a celebrar la de su hermano y todo estupendamente. Comimos lo mismo que el año pasado que a todo el mundo le gustó y todos salieron encantados. El día que tengamos alguna otra celebración repetiremos.

Celabramos nuestra boda. Eramos unas 30 personas y, aunque habíamos comido tres veces anteriormente de carta y siempre habíamos acabado contentos, nos decepcionó en ese día tan especial. Tardaron mucho en servirnos (más de media hora entre plato y plato), las raciones fueron escasas y la carne llegó fría. El postre paupérrimo y finalmente no dejaron que los niños salieran al jardín porque molestaban al resto de comensales, cuando fuera no había nadie. Dos años después seguimos arrepintiéndonos de haberlo celebrado allí y, por supuesto, no hemos vuelto por allí.