Restaurante: La Bodega

Pequeño restaurante con encanto en un precioso edificio antiguo, unas pocas mesas cariñosamente atendidas por lola, la hija de milagros, la cocinera, que mantiene de forma magistral una corta carta de platos de temporada, basados en insuperables materias primas servidas con generosidad. Destacable el punto óptimo, tanto en los pescados, -maravilloso solomillo de atún de barbate-, como en las carnes del valle de ezcaray. Pequeña carta de vinos para todos los precios, dando un conjunto muy recomendable.

Local agradable y con alma. La comida muy buena, guisos tradicionales y bien elaborados. No hay una gran variedad de platos, pero si suficientes y se ve que todo es fresco y escogido. La relación calidad precio me pareció buena.

Mucho lerele, y poco lorolo. Yo flipo con las opiniones positivas, la gente no compara, me ha parecido una autentica tomadura de pelo la carta, cortísima se queda corto, si no ofrecen casi nada. ¿y los precios? Dos entrantes para cuatro un plato y un postre 40€ ¡¡¡y no se puede pagar con tarjeta!!! En un local que no se ve lo que comes porque no hay apenas luz. Y la calidad precio de los platos... No valen lo que pagamos en serio y los postres menos, una cosa es que sean caseros pero no eran para cobrarlos a 6€. Conclusión, bodega si pero precio abusivo.

Es un restaurante que no recomendaría: el dueño no sabe o no quiere saber quién entra antes y quién después. No sabe qué te ha sacado y qué no... Hasta lo pregunta, y era menú degustación: se le olvidó sacar uno. Hasta nos negó pan: "este pan lo tendréis que compartir", manda narices. Eso sí, teatro con el vino... Todo. ¡y luego saca el vino frío! ¡impresionante! P. D. : nada en contra de la cocinera, lo cocinado estaba rico!

Un lugar fantástico, acogedor y la comida muy buena tanto la elaboración como la calidad. Cocina casera, como la de antes.