Restaurante: La Membrilleja

Inmejorable, cuando quiero quedar muy bien con amigos y familia voy allí. Ambiente relajante y cordialidad a raudales. Comida exquisita

Venimos disfrutando toda mi familia hace años de este restaurante donde ya el trato que nos dan es muy cercano. Puedo decir que tanto la calidad y cantidad de los platos como la atención es magnifica. Nos ceñimos a la carta manchega y sales siempre contento pero tampoco hay que dejar a un lado los platos de campo aunque no sean manchegos como un conejo con caracoles y perrochicos que fue una verdadera delicia. Tiene una cuidada bodega y recomiendan primeros los vinos de castilla-la mancha que han elevado su categoría dentro del mundo vinicola y están estupendos. Felicito a los propietarios y animo a los comensales a no perder esta oportunidad con un entorno muy cálido.

Bueno, bueno, pues por lo que veo voy a ser yo quien tenga el honor de inaugurar los comentarios de tan suntuoso enclave gastronómico. Acábamos de estar allí mi mujer y yo durante el puente del pilar y, pese a no contar con la popularidad de otros restaurante de la zona que también nos gustaron, ninguno de ellos nos transmitió las sensaciones que experimentamos la noche del pasado domingo 11 de octubre. Será tal vez porque en ningún otro sitio como en la membrilleja uno puede retrotraerse a esas tierras de antiguos romances, batallas heroicas, episodios quijotescos y parajes naturales todavía por explorar. La membrilleja está enclavada en el camino real que antaño comunicó ciudad real y almagro, lejos del mundanal ruido y de la civilización, siendo precisamente aquí donde cervantes situó la batalla que don quijote libró contra los carneros. Pasajes de la historia aparte, se trata de un restaurante asador de cocina muy cuidada, casera, con toques creativos y decoración de la época, con una chimenea al fondo de las más auténticas que jamás hayamos contemplado, y con un ambiente acogedor, adornado por una sutil música de película, que hizo las delicias de cuantos comensales disfrutamos de la cena esa noche. Los platos son muy cuidados y tienen una buena selección de vinos de la tierra, con una relación calidad/precio más que aceptable. No pueden marcharse sin haber visitado la bodega, con una sala que parece sacada de la mismísima novela de cervantes, con las tinajas de barro de la época y el método tradicional del prensado. En fin, todo muy auténtico y genuino. El trato fue muy agradable y servicial, y para que se hagan una idea de lo que tomamos, empezamos con un exquisito paté de perdiz para compartir, luego mi mujer optó por una sensacional lasagña de txangurro y yo me decanté por el solomillo de ibérico con torta del casar (excelente presentación), acompañado todo por un pago florentino, que acrecentó aún más los sabores de tan deleitosa cena. En fin, recomendamos sin temor a equivocarnos este restaurante para todos aquellos que gusten de lo auténtico y que quieran retrotraerse a una época que, por lo menos allí, sigue viva.