Restaurante: Palacio de los Condes

Es muy caro. Demasíado para lo que ofrecen. Esta bien. Deberia de tener una carta para que sea más serio.

Fuimos a pasar unos días allí y en cuanto al alojamiento muy bien. Sin embargo nos quedamos un día a cenar y nos clavaron bien clavados: una ensalada de endivias, unas setas salteadas y pavo laminado. Con una botella de la casa (buen vino) que se nos avisó que eran unos 15 € la botella. Y un postre para compartir. Nos salió por 75 €. Tres platos para compartir+vino+1 postre. Nos dieron la carta y los platos costaban unos 12-14 €, pero todo te lo dicen sin iva. Nos salió más cara la cena allí que el asado para comer en el chiringuito de rufino

Este establecimiento lleva dos años en funcionamiento. Es una buena experiencia acudir al restaurante -además de que la localidad merece muchísimo la pena-, pero mucho mejor para comer que para cenar; no lo es alojarse en el hotel. El restaurante es una gran experiencia porque tiene lugar en la bella rehabilitación del oratorio de los condes de montijo y por la calidad de los productos que sirven (recomiendo probar el "vino de la casa", castillo de fuentidueña, a 15 euros la botella). Ahora bien, no ofrecen carta a los comensales y, de viva voz, te cantan 3 primeros y otros tantos segundos. Si preguntas que a cuánto sale antes de pedir, te dicen unos 35 euros. Falso, porque éramos dos y nos clavaron casi 92 euros (sin propina), compartiendo el primero (habitas con foie), dos segundos (entrecot y chuletillas de cordero), dos postres (flan y volcán de chocolate), botella de agua y de vino, sin cafés (es de pocillo y supersuave, además, que lo tomamos en el desayuno). También cenamos aquí, porque estuvimos alojadas con una oferta que incluía una cena especial, que resultó extraordinariamente escasa a pesar de su apariencia de tres platos y postre (un apunte: éste consistía en tres cucharillas de aperitivo con una crema como de yogur, un pedacito de flan y otro de cuajada), pero esto hubiera importado poco si no hubiera sido por el frío que te hacen pasar, ya que no ponen calefacción, y a finales de octubre en Segovia de noche refresca un rato.