Restaurante: Vermell

Comimos en una sala, solos. Pudimos hablar sin ruido. La mesa redonda para 9 comensales, el ambiente i el servició hicieron de la comida un gran evento.

He estado en varias ocasiones y es sorprendente la amabilidad del personal, sinceramente estoy acostumbrado a tratos que rayan con la mala educación, pero no es el caso de este restaurante. El menú es excelente, platos creativos muy bien presentados y de calidad, de vez en cuando algo llega más frio de lo que sería deseable, pero insisto, muy recomendable. Siempre hay sitio.

Sorprendente, la mejor calidad precio que he visto en mucho tiempo. Platos imaginativos y servicio joven y amable. En todo el centro de sant cugat, local muy bonito. Si siguen así en poco tiempo no se podrá ni ir a comer. Muy recomendable.

Estuve el otro día, hace un par o tres de semanas, para una comida de negocios. No había nadie en todo el restaurante así que nos dispusimos en la terraza. El servicio de sala, atento y cordial, no nos pone pega alguna para elegir mesa e incluso nos recomienda una buena mesa con vistas. Como digo no había nadie y aún así había platos de la carta que no los tenían, pero bueno, puede pasar. Salvo un poco de arenilla en la ensalada, que para mí no estaba bien lavada, todo transcurrió fenomenal, con unos platos bien presentados y lucidos, hasta que llegó el entrecotte a la piedra. El entrecotte era de baja calidad, totalmente hecho cuando se supone que si es a la piedra tiene que venir medio crudo para que se termine de hacer al gusto del cliente en la piedra caliente. Lo de la piedra era una farsa, ya que estaba fría, tanto que incluso para demostrarlo puse la mano encima. Por lo que el entrecotte venía ya hecho y super hecho de la cocina. Para el precio que se paga en el menú diario, digo yo que podían poner un trozo de entrecotte digno, fresco y tierno. Los postres buenísimos y como digo, la atención en todo momento fue amable y más que correcta. Curioso encontrar a restaurantes de hotel como este con tarjeta de fidelización de esas que te van poniendo sellos por si vuelves. La sala de dentro es muy bonita y acogedora, moderna y funcional, pero da cosa verlo todo tan vacío siempre. A escasos 100 metros, en torreblanca, los clientes se agolpan para comer a precios algo más económicos (o no) ¿por qué será? E incluso enfrente, en la bolera, que no lo recomiendo para nada, tienen mucha gente a diario y encima no tienen menú diario. Cosas de la vida (o del mal marketing? )