opiniones sobre el Restaurante el Pelíkano

Tras una jornada motear decidimos parar a comer en este restaurante por indicación de quien lo conocía. Nos sentamos en la terraza cómodamente y pedimos las bebidas. Nos pusieron aperitivo antes de empezar. Para comer en lugar de ver la carta nos dejamos recomendar por el cocinero. Pedimos unos entrantes para compartir que eran espárragos frescos de la zona -muy buenos-, ensalada con cebolla caramelizada entre otras muchas cosas que también es digna de mención y patatas meneás con tomate natural de la tierra que a pesar de la sencillez fue lo que más me gustó. De segundo nos decantamos, la mayoría, por unas costillas de cerdo ibérico deshuesadas con patatas bastante buenas. Uno pidió un chuletón y también quedó satisfecho. Sé que no hago mención a los postres pero por más memoria que hago no lo recuerdo por lo que he de pensar que no lo tomamos. Todo esto junto con cafés y unos chupitos fueron 26 euros por persona. No es barato pero pedimos dos o tres rondas de bebida que en un primer momento eran jarras grandes -algunas- por lo que está en precio. El trato tanto del cocinero como de su esposa no pudo ser mejor si estáis por la zona lo recomiendo. No puede decir nada del interior porque el día invitaba a terraza. Me ha gustado el descubrimiento.

Es un testarro de restaurante, fuimos este verano y se cree el tio que hace gracia y nosotros nos reíamos de el.. La comida es basura y sus platos se pueden ver en cualquier establecimiento del pais.. Yo y mis amigos no lo recomendamos la verdad.. La gente que va a un restaurante va a comer no a ver motos y dejarse la cartera en cuatro productos que te "obligan" a comer.. No volvere por ahí en la vida. Saludos adrían y borja.

Fuimos mi marido y yo a comer en verano, dejándonos aconsejar sobre todo por el cocinero y dueño del restaurante. Nos pareció muy original y muy bien preparada la comida. También nos sorprendió lo cariñosos que son (su mujer atiende las mesas), y el amor que él profesa a las motos. Nos habló con mucha pasión de todas sus fotos que tiene a la entrada del restaurante donde la moto es la principal protagonista. Por si leen esta opinión los dueños del restaurante que sepáis que somos la madrileña y el soriano. Hasta siempre, y que conservéis siempre la misma ilusión por vuestro trabajo

La relación calidad preció baja, te sirve haciéndose el enrollao, lo que el quiere, y después pagas demasiado por lo que te han servido, lo que te sirve esta bueno, eso si, pero para el plan de bareto en plan motero no es lo que te esperas en la factura. Vas una vez te la clavan, pero no repites. Pelicano tienes futuro, pero así no.

Muy rockeros, muy simpáticos y muy graciosos…sobre todo a la hora de cobrar. Cuando le pedimos la cuenta, el dueño –que lleva un pañuelo de pirata en la cabeza-, se acercó a la mesa haciendo como que tocaba la guitarra. Una ensalada, un aquarius y un vino: ¡17, 30 euros! No tenía carta ni lista de precios, pero como vino en plan "enrollado", nos confíamos. Su mujer, que también nos había estado dando palique, tuvo el cuajo de darnos una tarjeta del local. Se la cogimos por vergüenza. No volveremos ni lo recomendamos a nadie…

El sitio no es espectacular pero si te hace estar cómodo, de todas formas en cuanto aparece pelikano te olvidas de todo lo demás, es un "personaje" y su comida es autentica, las viandas son de una calidad superior y él intenta darle un toque especial a sus presentaciones que acompañe lo increíble de los sabores de sus platos. Se come de lujo, sin tonterías, cantidad y calidad. Pescado o carne, ensaladas o pinchitos todo estaba buenísimo.

Mucha fantochada del propietario, el déjate aconsejar es debido a la falta de productos en el establecimiento. Caro, poco profesional, parece una tasca en vez de restaurante. Lo de las natillas al revés de lo más absurdo y son de polvos

Restaurante caro y pequeño, se nota que no va nadie. Vas una vez y no quieres volver. Empezando por su dueño y acabando por el servicio.

Es un restaurante caro con mal servicio, pequeño y con poco sitio para los comensales, la carta de vinos es bastante escueta en la que te pegan el puyazo de lo lindo, al igual que en los postres, el dueño cree que agrada con sus fantochadas, ahh y se llama pelicano.