opiniones sobre el Restaurante Vegetariano Cañadú

Ellos eligen quién "merece" sentarse a sus mesas. Si les da por ahí, tiene que coincidir el número de comensales con el número de sillas. Anoche, 4 amigos no pudimos sentarnos en una mesa libre de 5. El motivo que daba la camarera era que podrían perder un puesto "si" venían 5. Lo que es por mí, ese puesto lo van a tener siempre disponible.

Para mi es perfecto, buena y sana comida, acogedor, el servicio estupendo, que más se puede pedir puedes prescindir totalmente de comer carnes conociendo un sitio como este

Hola, he ido varias veces a este restaurante y después de muchos restaurantes vistos y bajo mi humilde opinión es bastante mejorable en muchos aspectos. A veces el plato en vez de plato parece una tapa y no estoy exagerando, como dicen en una opinión anterior, el mobiliario habría que tenerlo en mejores condiciones, los menús desde mi punto de vista no están bien alternadados y son muy repetitivos, conozco mucha variedad y en este restaurante siempre veo lo mismo, el yogur no debería venir azucarado o con algún edulcorante, viene con fructosa y deberían de informarse mejor del uso de la fructosa con respecto a diabéticos, no deberían de cobrar en concepto de cubierto si vas con tu pareja y por el motivo que sea (no tener mucha hambre, no tener suficiente dinero, etc) decides compartir un menú para dos, podría especificar más cosas pero no es mi función ni mi intención. Yo personalmente pienso que pueden mejorar y de seguir así no voy a volver a ir más.

Es un lugar delicioso, comida sugerente, delicada, visual en un ambiente sensible y delicado, su precursor lleva años trabajando y creyendo en su sueño, no dejéis de pasaros por allí si estáis en Málaga, tanto si sóis vegetarianos como no.

En el centro de la ciudad malagueña, se encuentra uno de los restaurantes más singulares, con platos tan sanos que saciarán el hambre de los glotones y de los minuciosos.

La comida es aceptable y el trato correcto, pero lo que no es aceptable en modo alguno es el mobiliario, una mesa coja a cada bocado y unas sillas infames, plegables de madera, que se te clavan en la espalda haciendo una tortura de lo que debería ser una comida agradable.
Lo siento pero no pienso volver.