Nos recomendaron este restaurante, una persona que vive en la zona. Nos encontramos al entrar con un señor mayor con delantal, parecía uno de los camareros, que ni se dignó a saludarnos y menos preguntar si íbamos a comer o a tomar algo en el bar. Bueno, dimos una vuelta para conocer el sitio, nos sentamos en el restaurante. El interior bastante interesante, agradable, con mucho detalle, pero luego la vestimenta del personal discrepaba, polo y vaqueros negros, no pegaba nada con los requisitos que parecían tener, ya que nosotros íbamos deportivos porque hemos hecho rutas, deporte y no suponíamos que nos iban a exigir corbata y vestido de gala en ningún momento en estas montañas. Pobres almas ingenuas.... Nos sirvieron un chupito de crema de verdura, trozo de pan y queso curado como tapa. Pedimos una ensalada de rúcula que nos recomendó el otro camarero que nos atendía, la ensalada era realmente fabulosa. Luego pedimos un segundo plato por persona, chuletón de ávila, filetitos de ciervo y cochinillo confitado. La verdad es que muy bien, riquísimo todo, un poco fuerte para mi y pedí que lo que me sobraba a mi me lo echaran en una cajita para llevar. Dijeron que sí, pero no nos la han traído simplemente. Alucinante. Y con el cansancio que llevábamos, se nos ha olvidado. Resumiendo: la cocina muy bien, pero el trato me ha dejado un mal sabor de boca, no repetiría.