Restaurante: Trattoria del Castello

He ido varias veces (por desgracia) a ese restaurante. La primera por voluntad propia y las otras dos por no poder evitarlas. En todas mis visitas salí defraudada.

La primera vez la comida parecía recalentada pero lo mejor fue el postre... pedí tarta de chocolate y cuál es mi sorpresa que, cuando la estoy comiendo, me encuentro ¡un pelo!, un pelo larguísimo y blanco pegado al chocolate... se lo enseño al camarero (que no se lleva la tarta), pasan 10 minutos (yo sigo con mi tarta delante a la que sólo le había dado un mordisco y nada, los camareros pasan por mi lado y nada, llamo al camarero de nuevo y me dice ¡un segundo! (así, con bastantes malos modos). Lo flipo tanto que decido llamar a la encargada, le comento el caso y va a la cocina, cuando vuelve me dice "mujer... si es un pelo de la brocha que se utiliza para extender el chocolate... igual hasta hay alguno más", yo creo que no puedo fliparlo ya más, le digo que no quiero la tarta y que no sé cómo no se les cae la cara de vergüenza y le pedimos la cuenta... media hora más... Llega la cuenta y cuál es nuestra sorpresa al ver que nos cobran la dichosa tarta. Vuelta a llamar a la encargada que, además, tuvo el valor de decirme que yo había comido la tarta, que se lo había dicho el camarero. Sin perder las formas le dije que, o me descontaba el precio de la tarta, o me la llevaba con pelo y todo a denunciarlos a sanidad.

El resto de las veces la atención no mejoró pero por lo menos no había pelos.

Yo sí que no vuelvo.

Cuando entramos, el local me pareció acogedor, y con olor a comida casera, de esa que se hace en casa los días de fiesta.... El camarero nos trajo las cartas y, cuando volvió a tomar nota, nos preguntó qué queríamos beber.... A los 10 minutos aproximadamente nos apareció con las bebidas (ya que el local no es muy grande, yo me pregunto...¿a dónde las fue a buscar?).
Cuando nos trajeron la comida....ohh, sorpresa! Mi lasaña estaba nadando en un líquido fruto de una bechamel y un sofrito desleídos (si, de esos que haces más abundantes echándoles más agua como cuando esperas a 5 a comer y te vienen 10....), y los tortellonis de mi acompañante estaban resecos y recalentados, con una presentación deplorable.
Para colmo, el postre.... tras pedir alguna tarta de la carta, nos dijeron que se les habían acabado el día anterior, así que optamos por un “tronco de chocolate” que aun les quedaba: pues bien, este postre constaba de un trozo de tronco de Paduani, de ese industrial que te venden en las grandes superficies, cubierto de una especie de cola-cao espeso que supuestamente debería de venir caliente pero que ni eso venía....
En fin.... no me quejo porque nos hayan cobrado mucho (16 euros por barba, sin vino), sino porque todo lo que nos sirvieron no valía ni 5 y encima me revolvió el estómago (todo ello amenizado por el camarero que cada rato se rascaba lo que le picaba, y no era precisamente la cabeza....).
Resumiendo, no vuelvo!

este restaurante es excelente en todos los sentidos tanto en el trato como en la comida ya que es exquisita .