Restaurante: Botavino

Platos bien presentados, mezcla de sabores muy agradables. Los vinos en su punto de temperatura. A mejorar: en los platos para compartir deberían tener en cuenta el número de comensales para que el reparto no sea complicado.

Genial, hicimos una reserva y como hacia calor nos prepararon una mesa dentro. Es pequeño, no muy grande y la atención fue estupenda, nosotros eramos 10 mayores, 2 niños y dos bebes. Comimos de maravilla, repetiremos para probar el resto de especialidades, las que comimos estaban muy buenas. Si vas con niños estar fuera es ideal, esta en una zona acerada y los nene pueden corretear sin problemas.

Un lugar muy acogedor, con una música muy acertada y un trato del servicio increíble... Ya con esto nos dejo gratamente sorprendidos... Que decir cuando llegaron los platos, la cocina es exquisita. No conocíamos el lugar, y entramos por probar, y que sorpresa!! Se ha convertido en uno de nuestros restaurantes favoritos. La relación calidad\precio estupendo. No es nada caro, esta dentro de la media y aseguro que no vas a salir decepcionado. Sabroso y en cantidades considerables

La verdad es que se come estupendamente. Una relación calidad precio excelente. Platos elaborados y originales pero no mínimalistas y otros platos tradicionales y de toda la vida. Sales del restaurante con el apetito más que satisfecho, con el bolsillo no muy perjudicado y habiendo recibido un muy buen trato, cercano pero respetuoso. Buena variedad de vinos. Muy recomendable.

Fuí a este mesón siguiendo las recomendaciones vistas por la red y puedo asegurar el chef Alex Castell ha alcanzado para mi un puesto honorable en esta ciudad, sólo José Romero-Valdespino (chef de la mesa redonda)ha conseguido superar lo magnifico de sus platos. Platos originales que sólo podrás probar en este lugar. Una carta muy elaborada y variada, sobre todo en su carta de vinos aunque se echo de menos algo más de variedad en los espumosos. El trato desde que se hace la reserva hasta que se abandona el local es muy cercano gracias al maitre Gonzalo Merello. El restaurante no dispone de muchos metros cuadrados, se divide en una terraza y un comedor. La decoración es tosca típica de los antiguos mesones el los que predomina la piedra y madera, consigue con ello un gran abanico en la clientela y dejando fuera al sibaritismo. No dispone de parking propio y depende de la hora puede costar encontrar aparcamiento si no conoces la zona. Desde luego un lugar muy recomendable para disfrutar del sentido del gusto en su máxima expresión. No voy a aconsejar ningún plato porque todos fueron excelentes aunque reconozco que el solomillo de buey con foie debería reconocerse como patrimonio de la humanidad. Dada la variedad de platos novedosos que tienen no estaría nada mal que pusieran un menú degustación. Han sabido y conseguido acercar la alta cocina a una zona residencial en la que sólo se ofrecían tapas y cervezas