Restaurante: Cal Mingo

Carta cantada por un camarero. Prolijo y rápido en la descripción de cada plato. Imposible poder tener una idea de lo que te están ofreciendo. Nula capacidad para cambiar lo que están haciendo ante una educada petición de modificar su exposición. No ofrecen carta escrita aduciendo que su manera de hacer es la otra. El maître justifica al camarero y nos vamos, siendo amablemente despedidos con cierta sorna. Lo que nos dieron, como cortesía, mientras esperábamos al camarero, estaba bien.

Gran decepción el pasado domingo 6 de mayo. El restaurante hizo pleno. Imagino que por el día de las madres. Para empezar nos encontramos una carta rectificada en la que la posibilidad de pedir la mitad de una ración ya no fue posible lo que nos impidio degustar todos los platos que habíamos pensado. Vi un detalle muy feo que se hiciese eso. La ensalada de ventresca de atun.... ¿donde estaba el atun? Me pareció un abuso calidad precio. Se nos puso un aperitivo de philadelphia y unas olivas el cual lo pusieron y nos lo retiraron nada más ponerlo sin preguntarnos si se lo podían llevar. Nos quedamos... En fin eso tan solo una anecdota. El pollo con langosta, gran decepcion. Aparte de frio lo del gusto mar y montaña... Dejaba mucho que desear. Y por último el postre... Un hojaldre de manzana el cual era incomible ya que estaba todo pastoso, el hojaldre humedecido y una pena de postre. Se lo comente a la chica que lo sirvio pero como si no me escuchase. En fin detalles que un restaurante que se las quiere dar de cierta categoría la relación calidad-precio tanto del servicio como de la comida deja mucho que desear. Sali muy decepcionada. Solo añadir y esto en positivo que el jamón ibérico era una ración muy correcta y el jamón de gran calidad. Los canelones muy buenos y la fideua... Insipida.

Estuvimos muy bien atendidos. Nos gustó mucho la comida, y la relación de calidad precio nos pareció bien. Restaurante recomendable.

Un una pobre impresión, me esperaba algo mejor por la publicidad, características del restaurante que quiere aparentar ser un restaurante chic, pero en cuanto a gastronomía sin gluten se quedan muy cortos, solo tienen entrantes, ensaladas de varios tipos y pescado... Nada en la carta de carne sin gluten. El pan... Había que avisar de antemano un día antes para que tengan pan sin gluten, pero aun haciéndolo al momento, te lo traen duro como un tocho, jamas había probado un pan sin gluten tan duro, parecía que llevaba hecho 2 semanas, peor que el de mercadona. El vino te lo traen templado casi cuando empezábamos el 2º plato. El servicio, bastante lento, muy amables si pero eso no quita que te hagan esperan mucho para todo... Postres... Sin gluten nada, o eso nos dijo el 1er camarero cuando nos puso el carrito de los pasteles delante y luego voló hacia vete a saber... Durante un buen rato. Para rematar la cuenta, un fallo tras otro faltan cosas y ponen otras más caras como el vino, que pedí uno de 3,5e y me plantan unos de casi 10e... Yo creo que deberían de guardarse esos premios que tienen en las paredes, y dedicarse a mejorar todos los fallos que tienen. (me he dejado varias cosas que se dejaron pero creo que con esto ya es bastante critica)

Curioso restaurante, en un entorno industrial, rodeado de fábricas, parece un islote entre naves. Sobria atención, pero totalmente ortodoxa y correcta. La comida, que es lo que cuenta, muy buena: bien cocinada, sabrosa, bien presentada, nada escasa y "diferente". Y el precio, nada desorbitado: 4 personas, comiendo un primero, un segundo y un postre cada uno, vino y cava normalitos, mas el agua, 145 €, con el estómago bien lleno y el paladar satisfecho. Bien. Le damos un 7'5.